El amor- decía Madame de Leonard, ya anciana- es como la nube en la altura, enexplicable por mucho que las leyes fisicas quieran darnos razones de su existencia. Mas, ay dolor, ahora, en la vejez, mi cielo es de un azul desganado y descolorido y ninguna nube lo adorna. Sin embargo, en mi corazón, aquellas que fueron parte de mi paisaje intimo aún humedecen el deseo de volver a empezar.
En mi infancia conocí cerce del mar a una muchacha loca y poeta que en abril solía desnudarse en el campo y tenderse, quedándose asi inmovíl. esperando que las nubes descargaran sobre ella su impetu y su agua, Recuerdo que aquella muchacha, los dias de bonanza solía, a grandes voces, llamar a algunas nubes de las que, desde luego conocía sus nombres.
Cuenta un proverbio ruso que la niebla es complice de los amores prohibidos , y que aquellos que aman lo dificil deberian cobijarse bajo su velo.
Autor Rafael Pérez Estrada
de su libro- La luz De Las Palabras
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